martes, 8 de febrero de 2011

EL SILENCIO DE DIOS

El silencio de una pequeña habitación logra retumbar las paredes de un corazón ansioso, en espera de una respuesta que no ha de llegar. Confiado está, pero por instantes la duda abraza a mi fe, la que se debilita y no alcanza a respirar. Sólo anhelo ese día con el que tanto he soñado. Con fervor en mi corazón espero en ti Señor.

Cuan grande es la Fe terca que tienen aquellos que creen sin necesidad de ver, esa es la Fe que por momentos deseo tener; una que no se canse ni desfallezca al momento que el silencio de Dios empiece a gritar en mi corazón.

Que insípido sabor deja el fracaso de una promesa sin concretar, solo Dios sabe cual es nuestro final y a donde vamos a parar, aunque algunos se adelanten a comprar su tiquete a una eternidad de oscura soledad.

Cuántas preguntas sin una respuesta… el tiempo pasa y por momentos no sé si es ayer o es hoy o aún en el caso extremo si es mañana. Mi vida entra en un desierto en el que se ve su inicio, pero no su final. He dejado lo único seguro que tenia para navegar hacia el naufragio en una isla, que en la lejanía desde mi barca la veo dejar. Sólo queda un inmenso mar a mí alrededor en el cual sin una frontera me arriesgo a pasar; creyendo que un gran barco aparecerá y todos mis problemas resolverá.

No veo luz, la noche cae y otro día más sin nada para festejar, lo poco que queda es una firme esperanza de no volver atrás.
Clamo a gran voz por respuesta, pero su dulce voz no logro escuchar, me pregunto: ¿Qué hice mal?...

Espero y espero, aunque duela esperar, el silencio de su voz desgasta el aliento de Fe, que un día me hizo activar. Triste es cantar sin tener quien te escuche tararear las notas que de tu corazón salen sin cesar.

Barro he sido en sus manos, quizás no el mejor, gran trabajo ha tenido para moldear; ya que han sido muchas piedras que ha tenido que quitar, pero aquí estoy, dispuesto a rendir hasta lo último mi voluntad. Te amo¡¡ y no lo puedo ocultar, mayor es lo que me hace buscar la respuesta, que el pensamiento vano de una espera sin final.

Mañana quizás la marea a algún lugar me llevara, el mar en el que estoy Él lo puede manejar, por ello creo que en buenas manos he venido a reposar.
Mi Dios, mi Señor aunque la espera canse y duela… por ti, aquí estaré hasta que decidas contestar. Te amo Jesús.

Autor: Gabriel Martínez.